De 2009 a 2014, Ostula estuvo controlada por Los Caballeros Templarios. A este grupo criminal se atribuyen 40 asesinatos y cinco desapariciones de habitantes de la comunidad, según las carpetas de investigación abiertas entre 2009 y marzo de 2017 en la Fiscalía General del Estado (FGE) de Michoacán.
El 23 de febrero de 2010, Javier Martínez Robles y Gerardo Vera Urcino viajaban en una camioneta de redilas de color azul, de camino al palacio municipal de Aquila. Los maestros de primaria, originarios de la comunidad nahua de Santa María Ostula, regresaban de un festejo en una escuela de la encargatura de La Cofradía, en la que Gerardo, de 50 años, era director.
Javier, de 41 años, hombre de baja estatura, camisa fajada y sonrisa fácil, cubría el turno de un profesor, y era además regidor de Aquila, municipio ubicado al suroeste de Michoacán al que pertenece Ostula. Ambos fueron vistos por última vez en Las Copas de Oro, un restaurante cercano a su destino. Días después, encontraron la camioneta quemada en un terreno de Xayakalan; hasta ahora no hay indicios del paradero de los dos amigos ni avances en la investigación.
“Yo lo miraba que no tenía problemas en la comunidad; siempre trabajaba allá en Aquila, desde entonces no hemos sabido nada. En ese tiempo, las cosas se pusieron feas y si alguien decía algo le hacían daño. Hicimos la lucha por sobrevivir, de lo que le estaban pagando [en el ayuntamiento] me daban la mitad y con eso me sostenía, pero duró solamente un año y luego ya no me dieron nada y yo necesitando con mis niños chiquitos. Todo lo que teníamos se acabó, me puse a vender cosas en las fiestas, en las bodas, ahí tenía a mis hijos dormidos debajo de la mesa; para mí fue muy difícil”, recuerda la esposa de Javier, quien pidió por seguridad no ser identificada, al igual que los demás familiares entrevistados para este reportaje.
De 2009 a 2014, Ostula estuvo controlada por Los Caballeros Templarios. A este grupo criminal se atribuyen 40 asesinatos y cinco desapariciones de habitantes de la comunidad, según las carpetas de investigación abiertas entre 2009 y marzo de 2017 en la Fiscalía General del Estado (FGE) de Michoacán. En sus denuncias, las familias señalan como autores intelectuales y materiales de los crímenes a políticos locales y a pequeños propietarios mestizos, como el exalcalde priista Mario Álvarez López, el Chacal, asesinado en 2019, y Federico González Medina, Lico, a quien múltiples fuentes identifican como jefe de plaza de los Templarios, detenido en 2017.
Ambos estaban al frente del grupo que se atribuía la propiedad de La Canaguancera, un terreno de 1,250 hectáreas ubicado en el límite entre Ostula y la localidad de La Placita, que tras ser recuperado por los comuneros en 2009 se convirtió en Xayakalan. En noviembre de 2011, un mes antes de su asesinato, el comunero Trino de de Cruz aseguró que “se decían dueños de las tierras que le pertenecen a la comunidad y empezaron a venderlas por lotes. Hubo gente que pidió créditos, que vendió sus propiedades y otros usaron sus ahorros para comprar estos lotes, pero nunca revisaron bien los papeles que les enseñaban y al final también resultaron engañados por el Chacal y por Lico. Cuando recuperamos las tierras, los pequeños propietarios se enojaron mucho, pero en especial estos dos, y nos amenazaron con matarnos a todos”.
Las desapariciones en Ostula ocurrieron tras la fundación de Xayakalan. Durante más de una década, las familias no fueron contactadas por las autoridades tras levantar sus denuncias ni les reportaron avances en las investigaciones. Aunque, a diferencia de los casos de asesinato, en estos delitos no se señaló responsables, a los cinco hombres desaparecidos los une haber participado activamente en la toma de las tierras, según las autoridades de la comunidad.
Javier y Gerardo desaparecieron el 23 de febrero de 2010. En ese tiempo, el Ministerio Público más cercano estaba ubicado en Coahuayana, un municipio también dominado por los Templarios, según productores plataneros de la región que padecieron sus extorsiones.
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