El amor de una madre es incondicional a pesar de las circunstancias en las que se encuentren los hijos, ellas siempre estarán para cuidarlos sin importar la edad ni las condiciones en las que se hallen.
Y es que una mujer de 85 años que quedó viuda desde hace mas de siete años y que vive con una discapacidad del 80 por ciento que le impide su movilidad, duerme en el pasillo de una clínica de salud mental para estar cerca de su hijo que se encuentra internado.
La señora no quiere separarse de su hijo, ya que es su única familia cercana, pues sus otras dos hijas viven fuera de Las Palmas de Gran Canaria.
La mujer prefiere dormir en una banca o en la cama plegable que le han acondicionado en el pasillo de la clínica, a estar sola en su casa y aunque quisieran ingresarla de manera voluntaria al centro socionaitario, se presenta difícil de hacerle llegar una cita a una casa en la que no vive.
Además, pese a su dependencia grado I y su discapacidad del 80 por ciento que le lleva a ayudarse de un andador para caminar, al no cumplir los requisitos, tampoco puede acceder a una plaza residencial en este centro público de gestión privada.
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